ESCENA 6
Marcos: ¡oye, oye! Aquí viene una parte que me va a gustar ver y estar ahí para darles una patada a todos los que no los quisieron recibir. Ya ves que por eso se fueron al pesebre.
Gabriel: Bien, tendré que corregirte en algo. Ustedes han escuchado por la Palabra de Dios que María tuvo a Jesús en un pesebre porque no hubo lugar para ellos en las posadas. Tenemos que entender algo, en aquellos tiempos cuando se realizaba un viaje tan largo las personas se acomodaban en una posada, en la casa de algún judío del pueblo, de hecho en el patio; ahí tiraban sobre el piso alguna manta y así pasaban la noche. Los judíos, fuera de la concepción incorrecta que podemos tener de ellos, eran personas muy hospitalarias, que seguramente sí quisieron recibir a María y a Jesús, pero dentro había mucha gente, José y María no eran los únicos que iban a censarse.
Luís: Entiendo…ellos pudieron haberse quedado en el patio junto con los otros, pero ahí “no había lugar para ellos” por que aquel no era el mejor lugar para una mujer que estaba apunto de dar a luz… ¡por eso tuvieron que refugiarse en el pesebre!
Marcos: ¿Entonces hoy no voy a patear a nadie? ¡Ándenle, no más tantito…!
Luís: Tu no, pero si sigues diciendo tonterías, nosotros sí. Oye entonces una vez más, María prefiere no exigir algo a lo que definitivamente tenía derecho por ser la madre de Dios y estar a punto de traerlo al mundo.
Gabriel: Así, es. Pero vamos a ver la escena. Vengan preparen su corazón y háganse niños, háganse pequeños; para lo niños la navidad aun puede tener el sentido del nacimiento de Jesús pero, para quienes se creen adultos el misterio del Dios que nace niño, se convierte en una costumbre que poco valoran año con año, en vez de año con año enamorarse y sorprenderse más de ese hecho.
María llega a la cueva de Belén apoyándose en José que la cuida tiernamente. María se coloca sobre una paca de heno con dificultad, mientras mira a José preocupado inspeccionando el lugar.
María: (Sonriendo) ¿Se te perdió algo José querido?
José: (Con una actitud de frustración) Si María, la oportunidad de ofrecerle a ese niño y a ti, un mejor lugar para este momento.
(Se hinca frente a ella y le besa las manos)
María: (Levantándole la cara a José) José, recuerda, Dios esta con nosotros, y quien esta con Dios no encuentra mejor lugar. (María levanta los ojos y mira el lugar) Mira bien todo esto, aquí en este lugar estamos sobrados, no te apures.
José: (se levanta y mira el lugar) Sí, nos sobra una mula y un buey.
María: (ríe) No les digas nada, mira que nos están prestando un lugarcito en su casa. Solo hay que arreglar algunas cuantas cosas, déjame ayudarte (intenta levantarse pero siente dolor en el vientre)
José: ¿Estás bien? ¡No, cual ayudarme! Déjame limpio un poco el lugar…
María: José…creo que ya no hay tiempo. Creo que ya llegó el momento.
José: (Nervioso) ¡Cómo que ya es tiempo!, no, espera un poco… ¿cómo te ayudo?, ¿que hago?
María: Tranquilízate, (sonriendo) Solo calienta un poco de agua y espera afuera. Algo me dice que esto es solo entre este pequeño y yo. ¿Me entiendes, verdad?
José: (Se acerca a María) Y aunque no lo entendiera, esto es cosa de Dios, y ante él solo tengo que asumir. En un momento te traigo el agua. (José sale de la escena)
María: Jesús pequeño mío. ¡Cuánto te ansío entre mis brazos! Ven niño mío. Ven mi Señor. Tu eres mi Dios y solo tu sabes porque me has querido por Madre, pero tu eres mi hijo, y me basta eso para amarte con todas mis entrañas.
María se pone con esfuerzo de pie y empieza a acomodar un poco el lugar, mientras Gabriel, Marcos y Luís dialogan.
ESCENA 7
Marcos: Que bonito, hasta ganas dan de llorar (Marcos, que veía la escena poco a poco va girando hasta ver a Luís que esta llorando) Qué onda luisito, que pasa…
Luís: ¡Por Dios! ¡No entiendo, nunca lo he entendido! (voltea hacia Gabriel que lo mira atento) ¿Por qué, porque yo? Yo quisiera tener eso Gabriel. Yo hubiera querido nacer en cualquier rincón, pero con unos Padres amorosos como José y María. ¿Por qué no Gabriel? tu dímelo, porque me cansé de cada noche pedirle a Dios que me explicara, cada navidad era lo único que pedía de regalo, cada cumpleaños. ¿Cuándo escucharé un “te quiero” de parte de mis Padres? (Se deja caer de rodillas en el piso)
Gabriel: Luís, escúchame, escucha lo que te quiere decir Dios. Tu has sido bueno, eres una persona capaz de amar y de perdonar, incluso las ofensas que tus mismo padres en algún momento te han hecho. Eres una persona con una fe inagotable, porque aunque ahora dices que te has cansado de cuestionar a Dios, él no se ha cansado de cada noche escucharte pedir con inmenso fervor por tus padres. Mírame a los ojos y dime si has dejado de creer en Dios.
Luís: (levanta lentamente la cabeza y mira a Gabriel) Nunca, nunca podría hacerlo. Fue el quien me acompañó en la noches de miedo cuando no había nadie en la casa. Fue a él a quien le conté mi primera pelea. Es él a quien a cada noche le digo que lo amo, y cada noche me responde con un sueño tranquilo. Discúlpame Gabriel pero me duele tanto saber que mis padres no me aman.
Gabriel: ¿Quién te ha asegurado eso? Luís, ustedes los hombres, son gente frágil, que aprenden a vivir día con día, pero que igualmente día con día pueden caer. Los padres son importantísimos en la vida de las personas, y solamente un ser que ha perdido la razón puede no sentir nada por su hijo, de ahí en fuera errores como el que tu percibes en tus padres suelen pasar a diario. Quizás algún día serás padre Luís, y muchas veces llorarás en silencio y en secreto por tus hijos; porque quisieras darles algo que no tienes, porque quisieras decirles algo que no sabes como hacerlo, porque algún día tendrás que negarles algo y te tacharán de injusto. Muchos padres lloran en silencio sin que los hijos lo sepan. Unas veces lloran por sus errores y otras tantas por los errores de sus hijos. (Levanta la cara de Luís) Cuántas cosas pasan mientras dormimos, cuantas cosas se dicen mientras dormimos, escucha Luís.
(Se escucha el audio de la mamá y el papá de Luis)
Papá de Luis: Perdóname mi muchachito, siempre he querido ser mejor para ti, pero no lo logro, no puedo. En medio de mis borracheras termino suplicándole a Dios que haga de ti el hombre que yo no pude ser. Espero que al menos mi oración sincera sea mi mejor regalo para ti. Te amo mi muchachito, eres mi orgullo y mi alegría.
Mamá de Luis: Mi precioso bebe, mi niñito hermoso, si supieras cómo está desgarrada mi alma desde que te deje. Mi mundo se ha convertido en un infierno, y sin embargo desde este infierno Dios me escucha cada hora, cada noche y mira mis lágrimas compadecido de mi. Te amo mi muchachito bello, pero no sé cómo decírtelo y espero que la muerte me espere para poder decírtelo algún día al oído.
(Luís termina de escucharlas y se entre sollozos y sorpresas se acerca Marcos)
Marcos: Luís, no tengo mucho que decirte. Sabes que no soy muy bueno con las palabras, pero, carnal, si quería enseñarte este libro es porque quería compartirte algo que también yo viví. Tú sabes que yo perdí a mi mamá, ya no la tengo conmigo, y durante todo mi tiempo de adolescente pareciera que me empeñé en hacerle la vida imposible. Me la pasaba reclamándole la atención que le daba a mi hermano menor, que para mí era mucha, y ella se cansaba de decirme que no era cierto. Y cuando quería hacerme una caricia no le creía, tan aferrado estaba en la estupidez que yo solo había creado, que no la supe disfrutar. Hoy se, y acepto que si mi madre convivía más con mi hermano menor es porque él no era tan complicado como yo, era porque él sí se dejó querer y supo disfrutar a mamá.
Yo, pocas veces le dije a Mamá que la quería, pero al final de su vida, postrada e inmóvil en una cama, se lo repetí a cada minuto sin cansarme. Y las lágrimas, que corrían de sus ojos, me decían que ella me escuchaba y que seguramente quería abrazarme, y la llenaba de besos…
Carnal, a veces somos muy gachos con nuestros papás. Qué lastima que muchas veces perdamos el tiempo, recordando rencillas tontas y eventos que lo único que logran es quitarnos más un tiempo que se podría disfrutar. Por eso quería compartirte esto, sabía que te ayudaría como a mi me ayudó. Mamá murió 5 días antes de una navidad, y aún así aquel 24 de diciembre por la noche un niño fue capaz de nacer en mi familia, porque un ángel que nosotros tuvimos por mamá también hacia poco que había nacido en el cielo, y hubo la alegría suficiente para hacer la fiesta que mamá hubiera querido hacer.
Se que dan en silencio unos segundos y al fin se escucha el llanto de un bebe y ellos reaccionan
ESCENA 8
Luís: ¡María!
Marcos: ¡Jesús!
Corren hacia la escena y ven a María cargando al niño y José a su lado, mientras canta. Ángeles.
Gabriel: Gloria a Dios en las alturas, en el eterno cielo, y paz en la tierra a todos los hombres que le aman y le buscan.
Marcos: (Susurrándole a Luis) No es nada original, es frase ya venía en la Biblia, la dicen los ang…¡ahhhh ok!
Entran los pastores trayendo regalos para el niño. Y Luís se les une. José carga el niño.
Marcos: ¡Luís, Luís! ¿A dónde vas? Perame, te acompaño
Pastores: Estábamos en el campo y una multitud de Ángeles se apareció ante nosotros, y uno de ellos, Gabriel, nos dijo que el Hijo de Dios había nacido, nos dijo donde y hemos venido a adorarlo. Trajimos también vino, algunas mantas y pan.
Marcos: Oíste, Gabriel también estaba allá, o sea que se disloca
Luís: Se “Biloca” es decir tiene el don de bilocación, y cállate.
Lentamente Luís se empieza a acercar a María, le toma una de las manos y la besa.
María: Luís, viniste a ver a mi Hijo.
Luís: (sorprendido) Madre mía…
María: Y Marcos ¿Dónde está?
Marcos se incorpora lenta y nerviosamente.
María: ¿No quieres venir con nosotros?
(Marcos se empieza a acercar. Se acerca y besa su mano.)
María: ¿Saben? Sus mamás me piden a diario por ustedes. (Levantando la vista a todo el público) Muchas veces las he visto con sus ojos humedecidos por todos ustedes. Este es mi hijo, quieren cargarlo.
Los dos retroceden un poco
Luís: Señora, nunca he cargado un bebe.
María: Él tampoco, (mirando a José) nunca lo había hecho.
José: No tengan miedo, acérquense.
Marcos agarra valor y se acerca. Lo mira y sonríe.
Marcos: Mira Luís, se esta riendo conmigo.
Luís: Lo más seguro es que se este riendo “de” ti
Marcos se lo pasa a Luís. Luís lo carga y lo acerca a su pecho abrazándolo.
Luís: A ti, es al que hablo cada noche, déjame regresarte al menos uno de los abrazos que cada noche me das para consolarme. (Mirándolo) ¿Quién es capaz de ignorarte en tu fiesta, en navidad?... (Suspira) Yo, yo he sido capaz de ignorarte cuando en las cenas de navidad no he sido capaz ni siquiera de hacer una oración, para que mi familia se una. Yo, que pasado de copas, no pienso más que en mi mismo.
Besa al niño y se lo regresa a la madre. Se empieza a escuchar música de navidad tranquila (noche de paz) Entran los Reyes Magos desde atrás del público.
Marcos: Mira Melchor, Gaspar y… ¿Johny Laboriel?, a no, sí es Baltazar
Llegan al escenario, frente a la Sagrada Familia, y se ponen de rodillas. Aparece en escena Gabriel.
Gabriel: Es hora de despedirse muchachos.
Marcos: Otro ratito, ándale, que te parece si nos quedamos a dormir aquí, mira ya hay una mula y un buey, que importarían otros dos.
Luís le da un zape
Luís se acerca a María.
Luís: Señora, ya nos tenemos que ir, no quisiera, pero tenemos que irnos. Lo único que se me ocurre decirle es Gracias. Te prometo que no solo sentiré lastima de mis Padres, sino que haré todo lo posible, para que así en su situación pueden conocer a tu hijo.
María: (acariciando su cara) Llevas el nacimiento de mi Hijo en tu interior. Tú puedes hacerlo.
Marcos: Madre…yo quiero pedirte algo. Podrías decirle algo a alguien…
María: Ella lo sabe, sabe que tu corazón esta arrepentido y sabe que la amas. El amor no muere, no te preocupes Marquitos. (Toma una pieza de pan) Tomen este pan del que hoy se alimentaron, compártanlo con los que están hambrientos.
Se retiran y se juntan donde está Gabriel. Las luces se van atenuando para dejar con luz discreta a María y al niño.
Gabriel: Nunca olviden esta escena. Quien guarda esta escena en su corazón es capaz de vivir una verdadera navidad, haya o no haya pino navideño, haya o no haya esferas y regalos, haya o no haya vino. Cierren sus ojos.
(Se apagan todas las luces, para hacer cambio de vestuario y volver a aparecer en la biblioteca de la abuela)
Gabriel: (voz en off) Tienen el Pan en sus manos. Han recibido un pan que deben compartir, con tantas almas hambrientas que buscan saciarse de cosas que no les nutren, llenan sus corazones hambrientos de poder, dinero, orgullo, seguridades, alabanzas. Lleven a sus hermanos un pan que si nutre, el pan del cielo, que es capaz de calmar la verdadera hambre del hombre
ESCENA 9
Se ilumina la biblioteca y aparecen únicamente Luís y Marcos
Marcos: Mira ya llegamos. Oye y el pan que te dio María.
Luís: No se, yo lo traía en la mano.
Marcos: Y ora como le vamos a dar de comer a la gente, si de por si ya estaba preocupado porque se veía chiquito, y no la íbamos a hacer.
Luís: (Pensando) Sabes, creo que ese pan no es importante, no es ese el que tenemos que compartir. Sino el pan de Bethlehem, la casa del pan, del que es el pan: Jesús. Tú y yo hoy comimos de él, nos nutrimos de este encuentro con él. Es el pan de la Eucaristía, por el que podemos llevar dentro de nosotros a Jesús como María lo llevo en su seno.
Marcos: ¡Si es cierto! Y hay que invitar a toda la gente que cree que la navidad solo son las esferas, el pavo, la sidra...o las caguamas, en su defecto, a que reciban el verdadero pan, a que reciban verdaderamente a Jesús que nace.
¡Sabes, sabes! Hay que decirles que aunque nuestras casa estén llenas de gente como las posadas de Belén, hagan un espacio para que José, María y Jesús puedan nacer ahí en nuestras casas en nuestras familia, y no se tengan que volver a ir a un pesebre.
Luís: Sí, que nuestras casas también sean un verdadero Belén, un verdadero Bethlehem, verdaderas Casas del Pan.
Marcos: Oye ya vámonos. ¿Ahora si podemos pasar al Oxxo?
Se va a oscureciendo la escena. Música final.
FIN