La excusa es el nuevo año y ese
tono reflexivo y casi nostálgico que a todos nos surge en estos tiempos. En
medio de los propósitos de año nuevo que están más que bombardeados por la crítica
mediática se esconde una realidad que es importantísima si de “comienzos”
hablamos y es ese empeño necio por vivir en el pasado, en lo viejo.
De sobra sabemos lo paralizante
que es vivir en el pasado y el grave daño que hace en nuestras personas.
Simplemente no es natural vivir en el pasado, ni para bien, ni para mal.
Nuestra misma fe nos exige caminar hacia un muy bien definido futuro, vamos hacia
Dios, hacia una Jerusalén celestial o una patria eterna. Como queramos decirle.
Y si nuestra vida, nuestra mente, nuestros esfuerzos no caminan hacia adelante esto
tendrá un triste final.
Jesús, hablando de la conversión
del corazón tocaba afirmaba que era necesario que la novedad del evangelio se
recibiera también con un corazón nuevo , “nadie hecha vino nuevo en odres viejos”
(Mc 2, 22)
Entendamos bien la idea. No es
que despreciemos el pasado seguro hay experiencias, recuerdos, incluso
personas que forman parte de nuestra
historia en el pasado, sin embargo en una actitud muy saludable tenemos que aprender
a dejar muchas de estas cosas como un tesoro precioso del pasada al que podemos
volver sin lugar a dudas cuando queramos contar nuestras riquezas.
Te comparto una pregunta que yo
me hecho a mí mismo y que me ha servido (no sin sobreponerme muchas veces con
violencia a mi propia necedad) para saber colocar cada cosa en su lugar: ¿Esto
que viví es algo que quiero ir cargando hacia mi futuro? O en el caso de
personas pudiéramos hacernos la siguiente pregunta: Esta persona ¿realmente está
en mi futuro? ¿Conviene que lo esté?
La sabiduría popular ha dicho que
un viaje con demasiada carga se disfruta poco. Elije que experiencias y
personas deben estar en tu futuro. Es más tú y yo, hijo de Dios, que caminamos
con rumbo a nuestro Padre, tendríamos que definir que personas y experiencias
quiero que me acompañen –porque me ayudan a hacerlo- hacia mi Padre Dios.
¿Vale la pena desgastar nuestras energías,
pensamientos, incluso nuestros días por vivir en el pasado?
Hay cosas hermosas y personas valiosísimas
que a su vez también van caminando en su propia ruta hacia a Dios, o ya han
llegado a Él. No podemos distraernos y mucho menos retrasarnos. Te propongo que
camines libre hacia el futuro y si tu futuro es Dios… ¡Bienaventurado seas!
“El Señor te bendiga y te guarde;
el señor haga resplandecer su rostro sobre ti,
y tenga de ti misericordia;
y tenga de ti misericordia;
el señor alce sobre ti su rostro,
y te dé paz.”
y te dé paz.”
(Bendición Sacerdotal|Num 6, 24-26)