Para quienes compartimos la fe en Cristo sabemos que nuestra vida es un constante proceso de preparación y de participación en la construcción del Reino que Jesús nos anunció.
Precisamente sobre esa posibilidad de ser constructores es de la que me gustaría hablar hoy.
En el origen de todo vemos a Dios construyendo el universo y corona su creación con la creatura que más ama y a quien le ha dado el privilegio de ser su imagen y semejanza. Por ende, dentro de las muchísimas capacidades que le hombre hereda por esta semejanza está la de ser constructor, del mismo modo en que su Padre lo es. Somos constructores a semejanza de Dios. Lo afirmo categóricamente.
Además de este fundamento divino, Dios me ha dado la oportunidad de conocer a grandes maestros en el arte de la construcción, y les aseguro que a ustedes también.
Mi madre ha construido en su vida dos casas, no sé cómo le ha hecho pero sé que para los 31 años, que yo tengo ahora ya casi terminaba la primera, y sé también que a los 45 empezó la segunda. La verdad es que no es la construcción material de dos casas lo que me hace su fan número uno, me ha fascinado más bien la forma en que ha construido su vida. Su determinación por sostener una familia para que vivieran en esas dos casas y para que luego vivieran en las propias de una manera digna; eso es lo que me ha sacado muchas veces las lágrimas de emoción.
Ella me enseñó que una persona debe tener dignidad y que esa no se sostiene gratuitamente, requiere esfuerzo. Me ha enseñado que la lucha no termina cuando te cansas si no el día en que al fin descansas con Dios y ese día aun no llega para ninguno de nosotros. Me mostró lo que es la caridad vivida de manera real y efectiva con los propios y los extraños. Me educó para no ofender a nadie ni siquiera con el pensamiento. Y me ha enseñado que Dios nunca me abandona y nunca lo hará. Mi madre es mi constructora favorita y la más bella construcción que conozco. Ella dejó que Dios fuera construyendo lo que yo y muchas gentes aman y admiran en ella.
Muchos otros constructores he conocido y vamos juntos aprendiendo a construir. Eso es lo importante.
Por eso precisamente me da mucha pena reconocer a veces, que vamos retrasando esa oportunidad de construir nuestra vida de manera perenne. Me desagrada y me entristece que muchos jóvenes en la actualidad – y más me entristece si son adultos- van construyendo endebles techitos para cada día de su vida. Al terminar el día, sin que se den cuenta, el techo se cae y se conforman con levantar un techo que dure solo el día siguiente. Van pasando los días y no son capaces de construir nada trascendente. Se dicen a sí mismos «el techo de hoy me va a servir para pasármela bien hoy» que dicho de otras palabras pudiera ser:
- - Con lo que trabajo, así sin tanto esfuerzo ni cansancio, me armo la parranda del fin de semana
- - Este novio o novia es nada más para un ratito, al rato encontraré algo mejor
- - ¿Para qué comprometerse, basta con el placer de una noche, al fin ni planes de casarme tengo? Solo es para no estar sol@
- - ¿Para qué estudiar si luego ni trabajo se consigue?
- - No tengo necesidad de estar batallando tanto en el trabajo - ¿entonces vas a buscar algo mejor? - No, algo mas facil.
- - No, si yo no quiero casarme- ¿entonces qué quieres hacer- No lo se, hay mucho tiempo.
- - No hay bronca, al fin al rato me confieso.
Y otras tantas frases que hablan de una falta de deseo por construir. Estamos llamados a ser constructores no lo olvidemos.
San Pablo dirá que somos “piedras vivas” de la iglesia, pero lo cierto es que muchas veces no somos piedras somos simples ramitas secas que no sirven ni para un tejaban digno.
Es necesario tener cuidado con nuestros pensamientos. Esta vida no es eterna, esta vida es una preparación y una construcción de nuestra propia vida. ¿Qué tipo de piedra estamos siendo? ¿Piedra, arcilla, bolas de arena?
Que nos inspiren esos grandes constructores de los que les hablo. Las muchas personas que nos enseñan que gracias al esfuerzo, e incluso al sufrimiento de muchas ocasiones, lograron ser los edificios de los que ahora nos admiramos.
Concluyo preguntandote tajantemente ¿Qué es exactamente lo que estás construyendo en este momento en tu vida?