miércoles, 11 de enero de 2012

Dios me festejó mi primer aniversario

El pasado domingo 8 de enero celebre con gran alegría y gratitud a Dios, mi primer año de sacerdote. Me había propuesto hacer una campaña de concientización a mi mismo de lo que aquel día significó para mí. Para hacerlo aproveche uno de mis pasatiempos favoritos, la edición de imágenes (en lo que soy totalmente un amateur pero que me gusta mucho) y usando imágenes del rito de la ordenación hice un recorrido de los momentos que recordaba claramente sin necesidad de ver fotografías.

Fui publicando una y otra imagen con textos al margen, de las palabras que coincidían con esos recuerdos. Así me dirigía hacía mi aniversario sacerdotal. Una alegría más se agregaba a la satisfacción de facto de la campaña, y es que había sido invitado a dar un retiro a los seminaristas menores de bachiller. La temática: las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad. Al gusto de regresar a la casa que vio edificar mi vocación para regresarle algo de lo tanto que me había dado se le sumaba la tarea de reflexionar y exponer el tan fundamental tema y que ciertamente nunca había asimilado de manera personal.

Así el sábado entre la emoción a flor de piel, por el aniversario de ordenación, la alegría de servirle al seminario y la profunda reflexión de las virtudes teologales olvide asistir a una boda a la que me había comprometido con una pareja de muchachos que arduamente estuvieron preparando junto conmigo su enlace matrimonial.  Treinta y cinco minutos después de la hora fijada recibo una llamada para decirme que “me estaban buscando para una boda”. La sangre se me fue a los pies, los dedos se me pusieron helados y una profunda vergüenza se manifestó en mi cara, lo sabía porque podía verla desde dentro. Me di a la tarea de llamar a medio mundo, empezando por la parroquia en la que iba a celebrar dicho sacramento hasta que en algún momento conseguí un número móvil al que llame y en el que me respondieron casi susurrando mientras en el fondo se escuchaba algún canto que no pude reconocer. Apenado pregunte por la persona que me había invitado a celebrar la boda y me contestaron: “No se preocupe Padre, ya estamos en misa. Le devolvemos la llamada más tarde”, así sin más que decir en ese momento simplemente colgué. Me senté en mi escritorio tratando de entender la situación. Me sentía terriblemente mal aunque al mismo tiempo saltaba el consuelo a favor de ellos que seguramente algún sacerdote por providencia de Dios los casó. Durante una media hora olvidé el aniversario, el retiro, el seminario y las virtudes teologales se me convirtieron en reclamo. Lo único que podía pensar era en el mal rato que debí hacerle pasar a este par de muchachos que tanto se habían esforzado por vivir al máximo su unión matrimonial.

En algún momento respiré hondo y me dije: “Me faltan hacer muchas cosas. Concéntrate.” Y seguí preparando el retiro. Aquella frase la he ido asimilando durante estos pocos días, porque se puede aplicar perfectamente a todo mi ministerio. Me falta mucho por hacer en mí mismo, por aprender, por organizar, por vivir. Es necesario que me concentre en lo que he de hacer cada día. Junto con esa frase recuerdo el momento de aquella llamada. En cuanto oí los cantos de fondo supe que la boda se estaba llevando a cabo. Dios es bueno, yo no. «Solo Dios es bueno» dirá Jesús, y lo que yo no pude hacer, Dios buscó la forma de que se realizará y puso los medios para remediar mi error.

Cumplí un año de sacerdote y lo celebré recordando la misericordia de Dios que me llamó a su servicio santo, pero al mismo tiempo reconociendo que siempre tengo que mejorar, que tengo que aprender, que tengo que pedir disculpas y enmendar mis acciones. Dios me regaló en mi primer año de sacerdote humildad y conciencia de mi servicio, quitándome del centro. Me explico. Aquellos días me embebí en mí mismo: Mi aniversario, mi retiro, mi exposición. Yo me ordené para el otro, no para mí. Dios me dio la oportunidad de servir y no de servirme.

Seguiremos creciendo y aprendiendo. Me encantan las correcciones de Dios, es muy creativo. Y no deja cabos sueltos, a mi me corrigió pero no dejó desprotegidos a aquellos muchachos. ¿Ven cómo Dios hace todo perfectamente?

Termino esto suspirando y con una sonrisa en los labios. Por dentro pienso: Él lo es todo. 

1 comentario:

  1. No cabe duda que Dios es sumamente Maravilloso eso yo nunca lo he dudado, ese dia entre sentimiento y berrinche y las inmensas ganas de llorar porque esto habia provocado que lo que nosotros estabamos dispuestos a disfrutar se viniera un tanto abajo, pues no olvido aquellas palabras de un sacerdote que decian: "puede faltar la familia entera, los arreglos de iglesia incluso el coro y aun asi el matrimonio se puede celebrar, pero si falta el sacerdote... nada puede llevarse a cabo"... Recordando estas palabras nos dieron ganas de llorar.

    Pero como siempre Dios es demasiado grande y Gracias a el pudimos llevar a cabo nuestro enlace, la ceremonia no se pudo disfrutar igual pero yo siempre he dicho:"todo pasa por algo y para todo hay una explicacion" ... Simplemente la forma en que lo habiamos planeado no era la indicada...

    Hoy gracias a Dios tengo casi tres meses de casada y aun y con sus baches que debe tener todo buen Matrimonio soy muy feliz... El Señor Es Mi Pastor Nada Me Faltara....

    Esa inmensa tristeza se disipo un poco cuando al salir de la celebracion me decian, que hermosas lecturas, oraciones y salmos eligieron y con palabras del sacerdote que nos dio la vendicion que decias: "hermosas palabras escogieron para iniciar su camino Dios los bendice y esta con ustedes por que pensaron en el antes que en ustedes mismos...

    Aun con inconvenientes logramos ser muy felices ese dia el cual sera eternamente inolvidable..

    ...Angie y Fidel ...
    "El Señor Es Mi Pastor NAda Me Faltara"

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