viernes, 17 de febrero de 2012

Lo que mi Madre no me enseñó

No será la primera vez que hable de mi Madre, y tampoco será la última. Será que soy su fan número uno. Estoy agradecido eternamente con ese Dios que ella me presentó y me enseñó a saludar tomándome la mano cuando era niño para decir - En el nombre del Padre… - mientras marcábamos juntos una señal de la cruz sobre mi frente, mis labios y mi corazón.  Cómo no darle gracias a Dios cuando eligió el monumento perfecto para saber cómo caminar mi propia vida.

Muchas cosas he aprendido de ella que ya he compartido con ustedes, sin embargo hoy quiero compartirles una de las cosas que mi Madre no me enseño a hacer. Mi Madre no me enseñó a frustrarme. Pueden pasar mil cosas raras y malas en vida, puedo fracasar, me pueden decepcionar una y otra vez, puede haber sufrimiento y agonía, pero mi Madre no me enseño a frustrarme. Es más me enseñó algo muy bueno, la fuerza necesaria siempre viene de Dios y de la confianza que se puede tener en él.

Nunca me sentó en un pupitre y me dijo cómo hacerlo, ni siquiera sucedió de camino hacia algún lado. Simplemente la vi hacerlo. Creo que a ella tampoco le enseñaron frustrarse.

Sí escribiera su biografía puedo jurar que resaltaría no las decepciones, no los dolores, sino las maravillas de su vida que siempre ha agradecido a Dios. En un corto pero esperanzador epílogo incluiría una oración llena de fe por sus hijos que son su mayor tesoro y por quien ha dado su vida, literalmente.

No descansa, siempre piensa en cada uno de nosotros y sigue avanzando en su vida, sabe que tiene que hacerlo, por amor a Dios, por amor a nosotros y por amor a ella misma. Hoy vive duelo y está lidiando con ello con un capote de fe contra un toro bravo que terminará dominando. Y aun así piensa en nosotros. No descansa.

Amo todo lo que ella es, no solo que sea mi madre –que ya es mucho decir- , la amo por ser una mujer en toda la extensión de la palabra, porque es una hija de Dios y vive como tal, porque es una guerrera de este mundo.

A ella le doy gracias aunque en esta escuela de la vida olvido enseñarme una lección –aunque creo que lo hizo apropósito. Mi madre no me enseñó a frustrarme. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario