Una de las frases que más grabadas tengo de San Pablo es aquella dirigida a los Romanos "Donde abundó el pecado, sobre abundó la gracia". Me gusta más que por su simple lírica, por su maravillosa verdad. Dios tiene el poder de sacar algo bello y hermoso a partir de lo más increiblemente absurdo o doloroso. Ya desde el principio lo había hecho, dice el libro del Génesis que "en el principio todo era caos y confusión", pues de ese caos y confusión Dios creo el impresionante mar que nos conmueve con el movimiento de sus olas, tenemos un hermosísimo cielo azul que nos inunda, tenemos cascadas, bosques, montañas, rios, etc, etc.
Pero tengo que retornar a la primera frase propuesta. Yo he reconocido, como san Pablo, que la terrible experiencia del pecado, sea personal o sea de otros, puede ser transformado por Dios en un testimonio de su gracia y de su amor absoluto y eterno. La fe, la disposición a su voluntad y nuestra esperanza hacen posible precisamente estos milagros.
Hoy algunas instituciones civiles han promovido la "celebración" del día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe, mientras que en México la Suprema Corte de Justicia de la Nación delibera sobre el mismo tema. He leído artículos periodísticos, opiniones editoriales y los propios fundamentos de los activistas que promueven esto, todos a favor del aborto. Solo algunas voces de religiosos e intelectuales se levantan para condenar el mismo debate sobre un tema de vida o muerte.
Uno de sus principales argumentos se encuentra en un escenario trágico: niñas o adolescentes violadas que, a decir de ellos, son orilladas a buscar métodos clandestinos e inseguros para abortar y algunas han llegado hasta suicidarse.
Cierto, este escenario es triste, aberrante y doloroso. La violación no debió haber ocurrido, ellas más que nadie pueden apoyarme al decir que algo tan terrible como eso no se le debe hacer a un ser indefenso. Y precisamente por eso tampoco se debería permitir el aborto, donde otro inocente también es, no solo dañado, sino aniquilado. El circulo de violencia se continua y la tragedia no se detiene.
Bajo ninguna circunstancia acepto el aborto porque Dios me exige cuidar la vida de todos y no solo de unos pocos. Sin embargo quiero utilizar precisamente el escenario que anteriormente he mencionado para hacer uso de aquella frase de San Pablo que hemos usado en el principio.
Basta un poco de fe para reconocer que Dios ya ha realizado muchos milagros en nuestra vida a partir de nuestras tragedias humanas. Para la gente de fe las más terribles enfermedades terminan uniendo más a la familias y enseñándoles las verdaderas cosas valiosas en el mundo: la vida, la paz, la unión, el respeto, el amor, la solidaridad, la fidelidad, la compasión, la familia, etc. Cuando leí el argumento de la violación de mujeres de cualquier edad que quedan embarazadas y que en un momento de confusión reciben el mal consejo de abortar o son guiadas por su propia conciencia inmadura recordé el mensaje de la Madre Teresa de Calcuta al recibir el premio nobel de la paz: "Si oyen que alguna mujer no quiere tener a su hijo y desea abortar, intenten convencerla para que me traiga ese niño . YO LO AMARÉ, VIENDO EN ÉL UN SIGNO DEL AMOR DE DIOS".
Yo por mi parte llamaría a cada una de esas mujeres a escuchar la voz en su interior. El corazón de una mujer esta hecho para ser un corazón noble, para ser un corazón de madre. Solo una conciencia mal formada, o una presión externa, logra en una mujer acallar el sentido de protección que le surge naturalmente de sus entrañas. Basta tan solo ofrecerle el apoyo y ayudarla a reconocer la gracia de Dios que la acompañará y hará maravillas en su vida. Cierto, es necesario también el soporte económico y el apoyo social para que salgan adelante más facilmente ¿porqué entonces mejor no exigimos eso al gobierno, en vez de una sentencia de muerte para un ser indefenso?
Me dirijo a sus corazones para que a pesar del dolor de la violación, del ultraje, dejen que Dios obre en sus vidas, las fortalezca y les de un corazón generoso y lleno de amor que rompa con una cadena de violencia y muerte que puede llegar a ser interminable.
Por favor no maten a los niños, muchos Padres esperan con ansía la oportunidad de adoptar a algún niño que de manera natural no ha podido llegar. Ese niño que estas apunto de matar puede ser el milagro y la felicidad para una familia en vez convertirse en una lagrima más de este mundo que el hombre insiste en llenar de dolor.
Mujeres, por favor, defiendan la vida, Dios sabía que podía confiar en ustedes cuando les dio el magnifico don de generar en sus entrañas lo más valioso que hay en el mundo para Él, el ser humano, desde su concepción hasta que somos llamados por él.
Luchemos más bien por generar cambios sociales que defiendan, protejan y acompañen a todas las madres solteras y cuiden las vida de los niños que han sido entregados con gran dolor por muchas de ellas.
Démosle a Dios la oportunidad de hacer aquello que solo Él puede hacer, transformar lo más horrible en lo más bello y luminoso que el hombre puede ver.
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