sábado, 31 de diciembre de 2011

Felices 365 días de vida en Dios

No quería perder la oportunidad de ser uno más de los tantos que seguramente te han deseado en este día que tengas un año nuevo lleno de éxitos y bendiciones. A muchos dirigiremos esta frase durante la noche y sin embargo, muchos corazones esta misma noche al comer la doce uvas - si tuvieron presupuesto para conseguirlas- entrarán en ellos y se perderán en sus incertidumbres por horizontes no desconocidos, sino por destellos de futuras experiencias que se ven llegar y a las que hay que enfrentarse mientras se duda si se tendrá la fortaleza para superar los predecible.

A ellos esta noche les digo lo siguiente: ¡Claro que puedes hacerlo!, lo que venga, a lo que te enfrentes seguramente si confías en ti y te aferras a la mano de Dios tu Padre, no cabe duda que lo lograrás, de otra manera no te lo aseguro. Solo confío en lo que conozco y he experimentado.

Sin embargo, y esto va para todos, lo que más me preocupa no es lo eventual y predecible. Lo que me preocupa como cada año es que no tengamos la capacidad de disfrutar lo que tenemos, lo que de Dios recibimos, cada día, a cada momento. Somos excelentes guerreros muchas veces, pero somos pésimos hombres y mujeres de esta casa que es nuestra vida. Le hacemos como esos esposos despistados que nunca se dan cuenta de lo rico que cocina su esposa hasta que tienen que comprarse una sopa instantánea y calentarla en el micro ondas, o que no se dan cuenta de lo limpia que esta la casa hasta que a ellos les toca limpiarla.

Yo les deseo a todos y a cada uno de ustedes este año la sabiduría necesaria, para reconocer lo bueno de sus vidas, lo que no se compra ni con todo el efectivo, ni con todo el crédito. Lo que ya tienes y no estás viendo. Lo que nos anima para seguir luchando. Les deseo la sabiduría que es capaz de hacernos mover esquemas en los que nos habíamos esforzado como una especie de éxito personal y que cada vez va costando tanto que toda la familia tiene que pagar el costo doloroso e inhumano del mantenimiento de ese esquema. La sabiduría que nos hace reconocer lo absolutamente importante. La sabiduría que únicamente viene de Dios.

Les deseo un 2012 en el que seamos libres, con la libertad de los hijos de Dios, esclavos de nada, comprometidos con el amor y el sacrificio que este conlleva. Esperando de Dios solo lo necesario para que nosotros construyamos una vida a nuestra medida, no a la medida y con los lujos que me exigen los medios de comunicación y el comercio, a mi medida, a tu medida.

Feliz 2012, felices 365 días llenos de Dios, felicidades hijos de Dios. Dios nos regaló otro año. 

sábado, 24 de diciembre de 2011

Lo único necesario para celebrar la Navidad




Te diré mi amor, Rey mío, 
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos 
y los corazones se abren.


Se necesita estar verdaderamente enamorado para vivir una verdadera noche buena. Se necesita esa voz en el interior del corazón que dice “hoy nace de quien estás enamorado. Hoy nace quien te ama con eterno y fiel amor”. Se necesita ser lo suficientemente cursi, para desear a la media noche cargar en nuestros brazos la figurilla del Dios que no tuvo miedo de depositarse en nuestras manos, ni al nacer, ni al morir, y descubrir que hasta el pesebre era más limpio que mis propios brazos.

Se necesita ese amor extremo que san Juan le adjudica a él mismo, para que en medio de la fiesta y la romería, hagamos un espacio y bajemos al fondo de nuestra alma, allí donde Jesús ha estado desde antes de este día. Ahí donde le gusta a él estar y esperar pacientemente a que al fin seamos nosotros los que nos acurruquemos en sus brazos para que después él nos regrese a la fiesta y a la romería a intercambiar un amor lleno de él con los que también festejan su nacimiento.

Para vivir la navidad se necesita amarlo a él, tenerlo a él, encontrarse con él, personalmente, cara a cara, en la escucha de su Palabra, en la comunión de su Cuerpo, en la oración que se convierte en dialogo saturado de intimidad.

Se necesita de él, y no se necesita de nada más. Así los más pobres sabrán que en su navidad no es necesario que nadie les dé sino que ellos darán y los ricos sabrán que un simple regalo no es suficiente para celebrar verdaderamente la navidad. La belleza de esta celebración consiste en ese eco de bondad que resuena en todos los seres humanos, que una vez al año, al menos, somos capaces de salir de nosotros mismos, y ofrecerles alegría y amor a los demás, del mismo en que de un modo admirable lo hizo Dios, dándonos una alegría eterna y un amor infinito que nunca hemos merecido.

Disfrutemos nuestras fiestas y celebraciones, brindemos y cenemos, pero que en medio de la exaltación por nuestro amor tierno que nace niño, sepamos custodiar y exigir un momento para encontrarnos personalmente con él.

Presentémosle nuestras manos sucias de pecado, nuestros sudores y cansancios, como los pastores lo hicieron, pero vayamos a él, presurosos, eso es lo único importante para él, y él para nosotros es lo único importante en esta noche, lo único necesario. 

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Historia de taxi, más edificante que la de Arjona.

Después de múltiples compras navideñas en un viaje que exigió cruzar los límites nacionales, me dispuse a tomar un taxi para regresar a mi dulce hogar. Después de conseguir el primer taxi para mi hermano, me ajusté a la paciencia y esperé otros  pocos minutos a que pasará otro taxi.

Le indique al conductor que teníamos que subir algunas cosas a la cajuela. Nunca vi su cara, salvo por lo que el espejo retrovisor me mostraba de él. Después de cargar como doce bolsas y una caja iniciamos el viaje. Siendo honesto, no me gusta mucho entablar dialogo con los taxistas, me he llevado muchas malas experiencia, algunas realmente grotescas. Aún así nunca me cierro a hablar con ellos. La plática inició con la ruta a seguir, sin que me diera cuenta la explicación arrojó los primeros quince minutos de una comunicación muy agradable que incluyó una especie de perspectiva de lo que la gente puede ir pensando mientras regresa a casa sobre las rodadas lentas de un tráfico saturado de ansiedades.

Me presentó su licencia de conducir y su credencial de elector mientras me ofrecía sus servicios en las horas en que pudiera necesitarlo,” el trabajo-dijo – no llega solo, y yo lo necesito a cualquier hora. Vivo cerca de donde lo recogí ahí tiene su casa, y en mi credencial puede ver la dirección. Ande, anote mi teléfono.” Lo que hice obedientemente.

Después la plática tomó un tono político, no de crítica inútil sino de análisis objetivo. Hizo memoria de las propuestas que le hicieron darle su voto a tal o cual representante y mostró su preocupación porque aun no distinguía las propuestas de los perfiles políticos que van surgiendo.

Ya sintiéndose ganador de mi confianza me hizo la pregunta que siempre da un giro a las conversaciones: ¿Y usted a que se dedica? Soy sacerdote –Respondí – “¡Ah yo estuve en el Colegio Patria! Colegio de Monjas, allá en Guadalajara, y nos llevaban en verano al seminario…era muy aburrido. - Su sinceridad me sacó una abierta risotada.

Me preguntó que si leía, a lo que conteste que menos de lo que debería. En ese momento me empezó a desarrollar una lista breve de diez autores y las características de cada uno de ellos por los que sigue sus obras. La flora literaria iba desde la novela hasta el ensayo y la investigación científica. Pude reconocerlos a todos, me hubiera sentido muy apenado si no lo hubiera hecho. Me enteré que sus hijos, aún no disfrutan mucho de la lectura, tienen máximo siete años, pero espera que en algún momento lo hagan. Los ha ido formando para ser curiosos y expresivos.

En un paréntesis ocasionado por alguna razón que se me escapa de la mente empezó a hablarme de sus diferentes trabajos y labores a lo largo de los treinta  y pico años de su vida, haciendo especial énfasis en la venta de productos del mar que tantas ganancias le trajo hasta que se topó con el crimen organizado y le pidieron el setenta por ciento de sus ventas para seguir trabajando “a gusto”. Optó por dejar ese trabajo y desde entonces es taxista.

Retomamos el tema de la lectura y su afición por la biblia como narrativa emocionante. Acepta que ha sus hijos les ha contado historia bíblicas que no son del todo ortodoxas, pero solo con el objeto de motivar su curiosidad en la lectura del libro sagrado. Definitivamente me di cuenta de que sus historias contaban con un grado medio de inexactitudes históricas y lenguajes que no creo haber visto en la biblia, pero igual me causó muchísima risa, y sus conclusiones mucho respeto.

En algún punto ya muy cercano a nuestro destino, me comentó que tocaba la armónica y como mago preparado para su acto, saco una pequeña armónica de su chaqueta y empezó a tocar con una mano una melodía que pude reconocer: amazing grace, tocada con algunos desatinos por que la prioridad era la vialidad. –Lo hago mejor con un tequila reposado encima-dijo. No le gustaba la cerveza solo el tequila y cuando tenía oportunidad se compraba una botella que podía durarle hasta un año porque no se trata de “matarla” en una noche.
Así llegamos a mi casa después de una hora diez minutos de recorrido. Hacendosamente detuvo el carro y corrió para abrir la cajuela y ayudarme a bajar las cosas. Al fin pude verlo, dentro de toda la información que me dio me dijo que tenía treinta y ocho años, pero ya enfrente le hubiera calculado unos cuarenta y cinco. Le pague el doble de lo que el taxímetro había marcado. Se lo merecía y le di la indicación de que se comprará una botella de tequila.  Agradeció sin exageraciones y se subió contento a su vehículo de trabajo desde donde gritando me pidió la bendición, que le concedí con un gesto casi papal.

Me sentía extrañamente satisfecho y alegre. Conocer a una persona que disfruta lo que hace, que vive la bondad sin necesitar una doctrina para hacerlo, que es consciente de su entorno y participa activamente para mejorarlo fue un buen detalle en la navidad. Creo que Cristo de mira satisfecho el mundo cuando ve que hay personas así. Cierto, aquel hombre, seguramente ha pasado dificultades y muy posiblemente también tenga sus defectos, pero a mí de qué me sirve conocer eso, cuando lo mejor de alguien me puede motivar para mejorar mi vida.

Gracias Jorge, taxista, ciudadano, papá, cristiano. Muchas bendiciones en esta navidad.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El resto de las escenas ya para no hacerla de emocion

ESCENA 6

Marcos: ¡oye, oye! Aquí viene una parte que me va a gustar ver y estar ahí para darles una patada a todos los que no los quisieron recibir. Ya ves que por eso se fueron al pesebre.
Gabriel: Bien, tendré que corregirte en algo. Ustedes han escuchado por la Palabra de Dios que María tuvo a Jesús en un pesebre porque no hubo lugar para ellos en las posadas. Tenemos que entender algo, en aquellos tiempos cuando se realizaba un viaje tan largo las personas se acomodaban en una posada, en la casa de algún judío del pueblo, de hecho en el patio; ahí tiraban sobre el piso alguna manta y así pasaban la noche. Los judíos, fuera de la concepción incorrecta que podemos tener de ellos, eran personas muy hospitalarias, que seguramente sí quisieron recibir a María y a Jesús, pero dentro había mucha gente, José y María no eran los únicos que iban a censarse.
Luís: Entiendo…ellos pudieron haberse quedado en el patio junto con los otros, pero ahí “no había lugar para ellos” por que aquel no era el mejor lugar para una mujer que estaba apunto de dar a luz… ¡por eso tuvieron que refugiarse en el pesebre!
Marcos: ¿Entonces hoy no voy a patear a nadie? ¡Ándenle, no más tantito…!
Luís: Tu no, pero si sigues diciendo tonterías, nosotros sí. Oye entonces una vez más, María prefiere no exigir algo a lo que definitivamente tenía derecho por ser la madre de Dios y estar a punto de traerlo al mundo.
Gabriel: Así, es. Pero vamos a ver la escena. Vengan preparen su corazón y háganse niños, háganse pequeños; para lo niños la navidad aun puede tener el sentido del nacimiento de Jesús pero, para quienes se creen adultos el misterio del Dios que nace niño, se convierte en una costumbre que poco valoran año con año, en vez de año con año enamorarse y sorprenderse más de ese hecho.

 María llega a la cueva de Belén apoyándose en José que la cuida tiernamente. María se coloca sobre una paca de heno con dificultad, mientras mira a José preocupado inspeccionando el lugar.

María: (Sonriendo) ¿Se te perdió algo José querido?
José: (Con una actitud de frustración) Si María, la oportunidad de ofrecerle a ese niño y a ti, un mejor lugar para este momento.

(Se hinca frente a ella y le besa las manos)

María: (Levantándole la cara a José) José, recuerda, Dios esta con nosotros, y quien esta con Dios no encuentra mejor lugar. (María levanta los ojos y mira el lugar) Mira bien todo esto, aquí en este lugar estamos sobrados, no te apures.
José: (se levanta y mira el lugar) Sí, nos sobra una mula y un buey.
María: (ríe) No les digas nada, mira que nos están prestando un lugarcito en su casa. Solo hay que arreglar algunas cuantas cosas, déjame ayudarte (intenta levantarse pero siente dolor en el vientre)
José: ¿Estás bien? ¡No, cual ayudarme! Déjame limpio un poco el lugar…
María: José…creo que ya no hay tiempo. Creo que ya llegó el momento.
José: (Nervioso)  ¡Cómo que ya es tiempo!, no, espera un poco… ¿cómo te ayudo?, ¿que hago?
María: Tranquilízate, (sonriendo) Solo calienta un poco de agua y espera afuera. Algo me dice que esto es solo entre este pequeño y yo. ¿Me entiendes, verdad?
José: (Se acerca a María) Y aunque no lo entendiera, esto es cosa de Dios, y ante él solo tengo que asumir. En un momento te traigo el agua. (José sale de la escena)
María: Jesús pequeño mío. ¡Cuánto te ansío entre mis brazos! Ven niño mío. Ven mi Señor. Tu eres mi Dios y solo tu sabes porque me has querido por Madre, pero tu eres mi hijo, y me basta eso para amarte con todas mis entrañas.

María se pone con esfuerzo de pie y empieza a acomodar un poco el lugar, mientras Gabriel, Marcos y Luís dialogan.

ESCENA 7

Marcos: Que bonito, hasta ganas dan de llorar (Marcos, que veía la escena poco a poco va girando hasta ver a Luís que esta llorando) Qué onda luisito, que pasa…
Luís: ¡Por Dios! ¡No entiendo, nunca lo he entendido! (voltea hacia Gabriel que lo mira atento) ¿Por qué, porque yo? Yo quisiera tener eso Gabriel. Yo hubiera querido nacer en cualquier rincón, pero con unos Padres amorosos como José y María. ¿Por qué no Gabriel? tu dímelo, porque me cansé de cada noche pedirle a Dios que me explicara, cada navidad era lo único que pedía de regalo, cada cumpleaños. ¿Cuándo escucharé un “te quiero” de parte de mis Padres? (Se deja caer de rodillas en el piso)
Gabriel: Luís, escúchame, escucha lo que te quiere decir Dios. Tu has sido bueno, eres una persona capaz de amar y de perdonar, incluso las ofensas que tus mismo padres en algún momento te han hecho. Eres una persona con una fe inagotable, porque aunque ahora dices que te has cansado de cuestionar a Dios, él no se ha cansado de cada noche escucharte pedir con inmenso fervor por tus padres. Mírame a los ojos y dime si has dejado de creer en Dios.
Luís: (levanta lentamente la cabeza y mira a Gabriel) Nunca, nunca podría hacerlo. Fue el quien me acompañó en la noches de miedo cuando no había nadie en la casa. Fue a él a quien le conté mi primera pelea. Es él a quien a cada noche le digo que lo amo, y cada noche me responde con un sueño tranquilo. Discúlpame Gabriel pero me duele tanto saber que mis padres no me aman.
Gabriel: ¿Quién te ha asegurado eso? Luís, ustedes los hombres, son gente frágil, que aprenden a vivir día con día, pero que igualmente día con día pueden caer. Los padres son importantísimos en la vida de las personas, y solamente un ser que ha perdido la razón puede no sentir nada por su hijo, de ahí en fuera errores como el que tu percibes en tus padres suelen pasar a diario. Quizás algún día serás padre Luís, y muchas veces llorarás en silencio y en secreto por tus hijos; porque quisieras darles algo que no tienes, porque quisieras decirles algo que no sabes como hacerlo, porque algún día tendrás que negarles algo y te tacharán de injusto. Muchos padres lloran en silencio sin que los hijos lo sepan. Unas veces lloran por sus errores y otras tantas por los errores de sus hijos. (Levanta la cara de Luís) Cuántas cosas pasan mientras dormimos, cuantas cosas se dicen mientras dormimos, escucha Luís.

(Se escucha el audio de la mamá y el papá de Luis)

Papá de Luis: Perdóname mi muchachito, siempre he querido ser mejor para ti, pero no lo logro, no puedo. En medio de mis borracheras termino suplicándole a Dios que haga de ti el hombre que yo no pude ser. Espero que al menos mi oración sincera sea mi mejor regalo para ti. Te amo mi muchachito, eres mi orgullo y mi alegría.
Mamá de Luis: Mi precioso bebe, mi niñito hermoso, si supieras cómo está desgarrada mi alma desde que te deje. Mi mundo se ha convertido en un infierno, y sin embargo desde este infierno Dios me escucha cada hora, cada noche y mira mis lágrimas compadecido de mi. Te amo mi muchachito bello, pero no sé cómo decírtelo y espero que la muerte me espere para poder decírtelo algún día al oído.

(Luís termina de escucharlas y se entre sollozos y sorpresas se acerca Marcos)

Marcos: Luís, no tengo mucho que decirte. Sabes que no soy muy bueno con las palabras, pero, carnal, si quería enseñarte este libro es porque quería compartirte algo que también yo viví. Tú sabes que yo perdí a mi mamá, ya no la tengo conmigo, y durante todo mi tiempo de adolescente pareciera que me empeñé en hacerle la vida imposible. Me la pasaba reclamándole la atención que le daba a mi hermano menor, que para mí era mucha, y ella se cansaba de decirme que no era cierto. Y cuando quería hacerme una caricia no le creía, tan aferrado estaba en la estupidez que yo solo había creado, que no la supe disfrutar. Hoy se, y acepto que si mi madre convivía más con mi hermano menor es porque él no era tan complicado como yo, era porque él sí se dejó querer y supo disfrutar a mamá.
 Yo, pocas veces le dije a Mamá que la quería, pero al final de su vida, postrada e inmóvil en una cama, se lo repetí a cada minuto sin cansarme. Y las lágrimas, que corrían de sus ojos, me decían que ella me escuchaba y que seguramente quería abrazarme, y la llenaba de besos…
Carnal, a veces somos muy gachos con nuestros papás. Qué lastima que muchas veces perdamos el tiempo, recordando rencillas tontas y eventos que lo único que logran es quitarnos más un tiempo que se podría disfrutar. Por eso quería compartirte esto, sabía que te ayudaría como a mi me ayudó. Mamá murió 5 días antes de una navidad, y aún así aquel 24 de diciembre por la noche un niño fue capaz de nacer en mi familia, porque un ángel que nosotros tuvimos por mamá también hacia poco que había nacido en el cielo, y hubo la alegría suficiente para hacer la fiesta que mamá hubiera querido hacer.

Se que dan en silencio unos segundos y al fin se escucha el llanto de un bebe y ellos reaccionan

ESCENA 8

Luís: ¡María!
Marcos: ¡Jesús!

Corren hacia la escena y ven a María cargando al niño y José a su lado, mientras canta. Ángeles.

Gabriel: Gloria a Dios en las alturas, en el eterno cielo, y paz en la tierra a todos los hombres que le aman y le buscan.
Marcos: (Susurrándole a Luis) No es nada original, es frase ya venía en la Biblia, la dicen los ang…¡ahhhh ok!

Entran los pastores trayendo regalos para el niño. Y Luís se les une. José carga el niño.

Marcos: ¡Luís, Luís! ¿A dónde vas? Perame, te acompaño
Pastores: Estábamos en el campo y una multitud de Ángeles se apareció ante nosotros, y uno de ellos, Gabriel, nos dijo que el Hijo de Dios había nacido, nos dijo donde y hemos venido a adorarlo. Trajimos también vino, algunas mantas y pan.
Marcos: Oíste, Gabriel también estaba allá, o sea que se disloca
Luís: Se “Biloca” es decir tiene el don de bilocación, y cállate.

Lentamente Luís se empieza a acercar a María, le toma una de las manos y la besa.
María: Luís, viniste a ver a mi Hijo.
Luís: (sorprendido) Madre mía…
María: Y Marcos ¿Dónde está?
Marcos se incorpora lenta y nerviosamente.
María: ¿No quieres venir con nosotros?
(Marcos se empieza a acercar. Se acerca y besa su mano.)
María: ¿Saben? Sus mamás me piden a diario por ustedes. (Levantando la vista a todo el público) Muchas veces las he visto con sus ojos humedecidos por todos ustedes. Este es mi hijo, quieren cargarlo.
Los dos retroceden un poco
Luís: Señora, nunca he cargado un bebe.
María: Él tampoco, (mirando a José) nunca lo había hecho.
José: No tengan miedo, acérquense.
Marcos agarra valor y se acerca. Lo mira y sonríe.
Marcos: Mira Luís, se esta riendo conmigo.
Luís: Lo más seguro es que se este riendo “de” ti
Marcos se lo pasa a Luís. Luís lo carga y lo acerca a su pecho abrazándolo.
Luís: A ti, es al que hablo cada noche, déjame regresarte al menos uno de los abrazos que cada noche me das para consolarme. (Mirándolo) ¿Quién es capaz de ignorarte en tu fiesta, en navidad?... (Suspira) Yo, yo he sido capaz de ignorarte cuando en las cenas de navidad no he sido capaz ni siquiera de hacer una oración, para que mi familia se una. Yo, que pasado de copas, no pienso más que en mi mismo.
Besa al niño y se lo regresa a la madre. Se empieza a escuchar música de navidad tranquila (noche de paz) Entran los Reyes Magos desde atrás del público.
Marcos: Mira Melchor, Gaspar y… ¿Johny Laboriel?, a no, sí es Baltazar

Llegan al escenario, frente a la Sagrada Familia, y se ponen de rodillas. Aparece en escena Gabriel.
Gabriel: Es hora de despedirse muchachos.
Marcos: Otro ratito, ándale, que te parece si nos quedamos a dormir aquí, mira ya hay una mula y un buey, que importarían otros dos.
Luís le da un zape
Luís se acerca a María.
Luís: Señora, ya nos tenemos que ir, no quisiera, pero tenemos que irnos. Lo único que se me ocurre decirle es Gracias. Te prometo que no solo sentiré lastima de mis Padres, sino que haré todo lo posible, para que así en su situación pueden conocer a tu hijo.
María: (acariciando su cara) Llevas el nacimiento de mi Hijo en tu interior. Tú puedes hacerlo.
Marcos: Madre…yo quiero pedirte algo. Podrías decirle algo a alguien…
María: Ella lo sabe, sabe que tu corazón esta arrepentido y sabe que la amas. El amor no muere, no te preocupes Marquitos. (Toma una pieza de pan) Tomen este pan del que hoy se alimentaron, compártanlo con los que están hambrientos.

Se retiran y se juntan donde está Gabriel. Las luces se van atenuando para dejar con luz discreta a María y al niño.

Gabriel: Nunca olviden esta escena. Quien guarda esta escena en su corazón es capaz de vivir una verdadera navidad, haya o no haya pino navideño, haya o no haya esferas y regalos, haya o no haya vino. Cierren sus ojos.

(Se apagan todas las luces, para hacer cambio de vestuario y volver a aparecer en la biblioteca de la abuela)

Gabriel: (voz en off) Tienen el Pan en sus manos. Han recibido un pan que deben compartir, con tantas almas hambrientas que buscan saciarse de cosas que no les nutren, llenan sus corazones hambrientos de poder, dinero, orgullo, seguridades, alabanzas. Lleven a sus hermanos un pan que si nutre, el pan del cielo, que es capaz de calmar la verdadera hambre del hombre

ESCENA 9

Se ilumina la biblioteca y aparecen únicamente Luís y Marcos

Marcos: Mira ya llegamos. Oye y el pan que te dio María.
Luís: No se, yo lo traía en la mano.
Marcos: Y ora como le vamos a dar de comer a la gente, si de por si ya estaba preocupado porque se veía chiquito, y no la íbamos a hacer.
Luís: (Pensando) Sabes, creo que ese pan no es importante, no es ese el que tenemos que compartir. Sino el pan de Bethlehem, la casa del pan, del que es el pan: Jesús. Tú y yo hoy comimos de él, nos nutrimos de este encuentro con él. Es el pan de la Eucaristía, por el que podemos llevar dentro de nosotros a Jesús como María lo llevo en su seno.
Marcos: ¡Si es cierto! Y hay que invitar a toda la gente que cree que la navidad solo son las esferas, el pavo, la sidra...o las caguamas, en su defecto, a que reciban el verdadero pan, a que reciban verdaderamente a Jesús que nace.
¡Sabes, sabes! Hay que decirles que aunque nuestras casa estén llenas de gente como las posadas de Belén, hagan un espacio para que José, María y Jesús puedan nacer ahí en nuestras casas en nuestras familia, y no se tengan que volver a ir a un pesebre.
Luís: Sí, que nuestras casas también sean un verdadero Belén, un verdadero Bethlehem, verdaderas Casas del Pan.
Marcos: Oye ya vámonos. ¿Ahora si podemos pasar al Oxxo?

Se va a oscureciendo la escena. Música final.


FIN

viernes, 16 de diciembre de 2011

Escena cinco: El censo

"Bethlehem: la casa del pan", es un cuento navideño que escribí hace 6 años. Hubiera querido cambiar de formato de guión a narración pero ya no hubo oportunidad. Iré subiendo una escena cada día. Espero les guste.

ESCENA 5

Gabriel: Vamos a continuar. ¿Les esta gustando la historia?
Marcos: Sí, está mejor que la segunda temporada de la serie que veo todas las noches.
Luís: No digas tonterías por favor. ¡Qué comparación!
Marcos: Bueno, tienes razón. Está mejor que “El chavo del ocho”
Luís: ¡Por Dios! ¡Ya cállate y deja que Gabriel termine! (dirigiéndose a Gabriel) Oye, dime algo antes de que continúes. María y José después de esto ya eran esposos, ya no estaban simplemente desposados.
Gabriel: Así es. José y María al  fin se casaron y su vida continuó tranquila en medio de las murmuraciones. Simplemente ambos se dejaban embargar por ese maravilloso adviento que estaban viviendo. Ellos fueron los primeros en vivir el adviento, aquella familia, conformada, por lo pronto, de José y María esperaban la llegada de Jesús, el Mesías, que por si fuera poco, también era su hijo.
Luís: Qué curioso. El adviento…lo había escuchado mencionar en alguna misa que fui, pero ahora que lo mencionas de este modo, me doy cuenta de que quizás la forma en que María y José esperaban lo que sería la navidad es quizás la forma en que nosotros deberíamos vivir el adviento.
Marcos: Sí, que padre ha de haber sido. José y María yendo con los vecinos a las posadas, o poniendo el nacimiento o el pinito de navidad, comprando los regalos para el intercambio, embarrando los tamales pa’ la noche buena, y acostando al niño el 24 por la noche...Una navidad perfecta (Suspira)
Luís: ¡No seas burro! Ellos “eran el nacimiento”, ellos fueron los que pidieron posada, por ellos se ponen los adornos, y por ellos celebramos.
Gabriel: Sí, aquí viene la complicación de nuestras fiestas. A quien se debería celebrar ni se le recuerda, hay regalos para todos, menos para el festejado, se ofrece una cena en la que no se invita a la mesa junto a toda la familia al que se supone que estamos celebrando, y sobre todo ya muchos para después de las doce están tan ebrios que los que se acuestan son ellos.
Marcos: Hemos cambiado tanto las cosas…no me había dado cuenta que la fiesta de navidad, a ver si no me equivoco, es una fiesta de cumpleaños…y para Dios…
Gabriel: Sencillamente podríamos decir eso, por que es cierto, pero celebrar el nacimiento de Jesús implica una celebración al amor de Dios que nos dio a su hijo, la grandeza de nuestra humanidad por que Dios se quiso hacer hombre como nosotros, y sobre todo el inicio de nuestra salvación.
Luís: Wow (Se le ve sumamente impresionado)
Gabriel: Si Luís, es impresionante…
Luís: Sí, Marcos por fin dijo una cosa sensata e inteligente
Marcos: ¡Eh, ya carnal, me abochornas! A ver Gabriel síguenos contando de qué paso después que José y María se casaron, decías que siguieron las murmuraciones.
Gabriel: Sí, pero eso no es importante, José y María terminarían acostumbrándose a las miradas curiosas de las personas.
Marcos: Sabes, yo últimamente siento que muchas ojos me miran (se dirige con voz preocupante hacia la audiencia)
Luís: Habías durado demasiado…continúa Gabriel, por favor, antes de que le empiece la paranoia a este.
Gabriel: Muy bien, fíjense dónde estamos
(Se apaga el seguidor y se ilumina todo el escenario, están en la casa de José y María)  
Marcos: ¡Mira, es María! Y ya se le nota más su pancita…que bonitas son todas las mamás ¿no creen?
Luís: Sí, muy lindas…
Gabriel: El embarazo de María transcurrió sin ángeles, ni más milagros, que el más supremo milagro que ya estaba depositado en su seno. Hay muchas historias que intentan adornar la historia del embarazo de María, pero que terminan siendo tonterías nacidas de la falta de fe y de una incapacidad de ver que donde está Dios no hay necesidad de nada más. Así que María seguiría los mismos pasos que cualquier mamá primeriza.
Marcos: (como haciendo una descripción) Pies hinchados, nauseas, el tejido diario, dolores de espalda, antojo de nieve de chocolate en un barquillo de galleta con granola, cajeta, dos cerezas y crema chantillí, chispas de chocolate y chamoy, mucho, pero mucho…a no, ese antojo es mío.
Luís: Miren María esta preparando el pan, el pan de cada día, del que después hablará su hijo.
Gabriel: (Sonríe) Vengan vamos a mirar que sucede
(María deja la masa reposar, y camina con un bote de agua hacia una planta seca, ahí llega José)
José: María (le toma las manos y se las besa) ¿Qué hacías?
María: Mira José, esta planta no ha querido reverdecer, ya la he regado ¿que hacemos con ella?
José: (Examinando la planta) No te apures, voy a remover la tierra, la abonaremos y le daremos otra oportunidad de que crezca. (Dirigiéndose a María) María, se nos presenta una complicación. El Cesar ha mandado un edicto que obliga a empadronarnos a todos los de la casa de David, debemos ir Judea,  pero tú en estas condiciones…
María: (Acariciando el rostro de José) No te apures José, estaremos bien, este niño definitivamente caminará mucho para ir al encuentro de todas las gentes. Además estoy segura, que no es el Cesar quien nos llama a ir a allá y tenemos que responder.
José: Pero es que si algo le pasa a ese niño o a ti, no me lo perdonaría. Ustedes son mi mayor tesoro y yo soy su custodio. (Suspirando) muy bien María, iremos, buscaré la forma de que sea lo más cómodo para ti. Lástima que no tengamos mucho dinero.
María: No lo ocupamos José, lo que tenemos es suficiente. Además este niño no es muy exigente, mira donde en quien se le ocurrió anidarse.
José: No digas eso, tomó por habitación al más bello templo, y por madre a la mujer más bella.
María: Basta ya José, que parecemos noviecillos de plaza, ve a preparar lo necesario para el viaje que yo preparé algunas mudas de ropa, mantas y algo de comida para el camino.
(José besa nuevamente las manos de María y se retira. Se atenúan las luces de la escena de José y María, y se enciende el seguidor de Gabriel, Luís y Marcos)

Marcos: ¡José era mandilón! ¡José era mandilón!
Gabriel: (le da un zape) te lo merecías…Aquí empieza el nudo de la historia, lo más grave y lo más conocido. José Y María se ponen en viaje, un viaje que María ya había más menos recorrido para cuando fue a visitar a Isabel, pero en aquel momento su estado no era tan avanzado. Aun así la alegría era demasiada como para que las mortificaciones de un viaje los desanimara.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Escena cuatro: El escándalo

"Bethlehem: la casa del pan", es un cuento navideño que escribí hace 6 años. Hubiera querido cambiar de formato de guión a narración pero ya no hubo oportunidad. Iré subiendo una escena cada día. Espero les guste. 


La escena se desarrolla en una calle de Nazareth. María regresa del viaje, y pasa cerca del pozo donde muchas mujeres van a buscar agua, un poco más adelante José trabaja en su carpintería. María camina por la calle tranquila y con la cabeza en alto.

Mujer 1: Mira ¿No es María, la hija de Joaquín y Ana? ¡Esta embarazada!
Mujer 2: Que bien escondidito se lo traía la mosquita muerta esa.
Martha: No puede ser, María no podría hacer eso, es una buena muchacha…
Mujer 4: Pues convéncete, nada más basta con mirarla,  no puede engañar a nadie. Y estoy segura que no es de José, porque cuando se fue no iba a así, así que aprovechó las vacaciones la niña (ríen todas, menos Martha quien sigue confundida)
Martha: José, (voltea a la carpintería) Dios mío de que se trata esto.
Mujer 1: Por favor acéptalo. La niña no era tan buena como creías.
Martha: No, eso no. Solo ella y Dios saben de qué se trata esto, y yo no puedo abrir la boca si no se nada. Con permiso.
Sale ella y se encuentra primero a María. María la saluda y se detienen.
María: Dios te salve Martha.
Martha: Dios te salve María

(Se acerca a ella, la abraza, y la mira a los ojos. Entran a escena Marcos, Luís y Gabriel)
Marcos: Aprendan a ellas, ¡víboras! Si no saben la situación no hablen. ¡Pero que coraje en serio!
Gabriel: Tranquilo Marcos, tienes razón, nadie tiene derecho a hacer un comentario que ensucie la imagen de una persona a base de suposiciones, ni siquiera aunque fuera real, pero ella está tranquila y sabe que a eso se tenía que enfrentar. Además, mira,  no todas son iguales.
Martha: mi niña que Dios te proteja… que Dios los proteja. (La besa en la mejilla y se va. María continúa su camino y pasa enfrente de las mujeres)
María: Dios las salve hermanas
(saluda al resto de las mujeres)
Marcos: ¡No que no las salve, que se vayan todas al infierno y las hagan chicharrones!
Gabriel: Marcos, cálmate.
Luís: Si Marcos, cálmate.
Todas las mujeres: Dios te salve María
Mujer 2: ¿Qué paso María? ¿El embarazo de Isabel era contagioso? (Se ríen)
Luís: No, yo a esta si le pongo unas buenas... (Se arranca con el ánimo de ir a donde están las mujeres pero Marcos y Gabriel lo detienen y se tranquiliza)
Mujer 4: Que bueno que le trajiste un recuerdito de tu viaje a José. (Se vuelven a reír)
 Gabriel: No yo si,  ya me cansaron, si a Zacarías lo deje mudo por menos que esto, a esta sí… (lo tranquilizan Marcos y Luís) Perdón, pero es que da coraje.
Luís: Miren se acerca a José.
María: Dios te salve José.
José: (José voltea y se percata de su situación y después de un silencio responde mirándola a los ojos) Dios te salve María

María continúa su camino. Las mujeres se van, se apagan las luces y solo se ve a José pensativo. Los tres se acercan un poco a él.

Luís: Pobre José. Que difícil debe ser para él. Había escuchado muchas veces la historia pero nunca había valorado tanto su situación.
Gabriel: Que bueno que podamos contemplarlo así. José era un hombre bueno, increíblemente noble y también muy enamorado de María, como lo puede estar el novio más enamorado y próximo a casarse, amaba a María por todo lo que esa mujer era, el sabía que aquella muchachita era muy especial y que definitivamente había un vínculo muy grande entre ella y lo divino. ¿Cómo dejar entonces que la acusaran de adulterio y muriera lapidada? No, José no quería eso. Amaba mucho a María, como para que le sucediera eso. Su mujer estaba embarazada y aquel niño no era producto de su amor. Pero por alguna razón el sabía que era imposible que María le hubiera sido infiel.
Marcos: Que gacho. Pobre, esto pa’ que veas si es una verdadera prueba de amor y no un capricho.
Gabriel: La única forma de solucionar esto, la única forma de proteger a alguien a quien amaba, consistía en dejarla. Aparentar que él era ell responsable de lo que sucedía y que irresponsablemente había huido dejando un acta de divorcio firmada. Los corazones de María y de José eran tan parecidos. Los dos guardaban en su corazón todas las cosas y guardaron silencio ante lo divino, ante lo que parece malo, pero que tiene un toque de divino.
Luís: (triste, se sienta en el piso y esta con la cabeza agachada) Para eso se necesita amor. Si mis padres se hubieran amado como José y María, mi historia quizás fuera distinta. Si para José no hubiese existido esa aclaración de parte de Dios, estoy seguro de que María como quiera le hubiese a Jesús hablado del José bueno que fue capaz de Sacrificarse y callar. Si muchos Padres supieran callar, los defectos a sus hijos en vez de reclamárselos a ellos convirtiéndolos en un saco contenedor de su dolor.
Marcos: Tranquilo carnal. No te agüites. No se que decirte, pero se que tus papás te quieren.
Luís: Eso es difícil de creer, cuando yo no veo ni siquiera que se amen entre ellos.
(Se quedan en silencio. José se duerme y Gabriel se acerca a hablarle)
Gabriel: José, buen José. No tengas miedo de acercarte y vivir con María. Ella se ha encontrado embarazada por obra del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo. Esto es obra del Señor. Tu serás también su Padre, y le pondrás el nombre de Jesús-Emmanuel, porque Dios esta con nosotros.

(Gabriel se aleja de José y se acerca a Marcos y a Luís)

Gabriel: José recibirá en su casa a María, finalmente se unirán y José no tuvo ya, necesidad de más explicaciones, porque ahora él y María saben que para Dios nada hay imposible. Iniciarán una familia. José esta muy lejos de ese título humano que le han dado de “Padre adoptivo de Jesús”, para José aquel niño sería su hijo y así le llamaría por mucho tiempo, y para Jesús tampoco le fue ajeno decirle a aquel hombre bueno, papá.
Luís: Y tuvo una familia hermosa. ¿Cómo me podría entender entonces Jesús? ¿Cómo me va a entender cuando le diga que mis Padres han estado más preocupados en cuidar su vida que en cuidar la mía? ¡Jesús no conoce mi realidad! Yo amo a mis padres y los he amado siempre, pero ha sido difícil hacerlo: ¿cómo amar a la madre que me dejó a los 7 años y que poco se intereso de mí?; ¿cómo amar al Padre que desde que tengo uso de razón vive hundido en el alcohol y lejos de la realidad? Tantas veces me han pedido perdón cuando entran en razón, pero hasta hoy, no me han dicho que aman. Por eso no puedo estar seguro de que lo hagan. Hoy me siento tan incapaz de formar una familia.
Gabriel, cómo puedo amar la navidad, si todas ellas las he vivido solo o cuidando a mi padre en una cantina. Lo siento pero este libro no me va a ayudar, esta historia no se parece a la mía. Perdón Luís.
Gabriel: Aun no terminamos. Y es necesario que lo hagamos. Aun no vemos lo más importante de la historia. Vuelvan a cerrar sus ojos. Cierren sus ojos para que puedan ver, ver con el corazón, cierren sus ojos aun mundo que no nos deja ver las maravillas que Dios hace día a día… Déjenme contarles lo que sigue.

Se apagan las luces, termina el primer acto.