jueves, 15 de diciembre de 2011

Escena cuatro: El escándalo

"Bethlehem: la casa del pan", es un cuento navideño que escribí hace 6 años. Hubiera querido cambiar de formato de guión a narración pero ya no hubo oportunidad. Iré subiendo una escena cada día. Espero les guste. 


La escena se desarrolla en una calle de Nazareth. María regresa del viaje, y pasa cerca del pozo donde muchas mujeres van a buscar agua, un poco más adelante José trabaja en su carpintería. María camina por la calle tranquila y con la cabeza en alto.

Mujer 1: Mira ¿No es María, la hija de Joaquín y Ana? ¡Esta embarazada!
Mujer 2: Que bien escondidito se lo traía la mosquita muerta esa.
Martha: No puede ser, María no podría hacer eso, es una buena muchacha…
Mujer 4: Pues convéncete, nada más basta con mirarla,  no puede engañar a nadie. Y estoy segura que no es de José, porque cuando se fue no iba a así, así que aprovechó las vacaciones la niña (ríen todas, menos Martha quien sigue confundida)
Martha: José, (voltea a la carpintería) Dios mío de que se trata esto.
Mujer 1: Por favor acéptalo. La niña no era tan buena como creías.
Martha: No, eso no. Solo ella y Dios saben de qué se trata esto, y yo no puedo abrir la boca si no se nada. Con permiso.
Sale ella y se encuentra primero a María. María la saluda y se detienen.
María: Dios te salve Martha.
Martha: Dios te salve María

(Se acerca a ella, la abraza, y la mira a los ojos. Entran a escena Marcos, Luís y Gabriel)
Marcos: Aprendan a ellas, ¡víboras! Si no saben la situación no hablen. ¡Pero que coraje en serio!
Gabriel: Tranquilo Marcos, tienes razón, nadie tiene derecho a hacer un comentario que ensucie la imagen de una persona a base de suposiciones, ni siquiera aunque fuera real, pero ella está tranquila y sabe que a eso se tenía que enfrentar. Además, mira,  no todas son iguales.
Martha: mi niña que Dios te proteja… que Dios los proteja. (La besa en la mejilla y se va. María continúa su camino y pasa enfrente de las mujeres)
María: Dios las salve hermanas
(saluda al resto de las mujeres)
Marcos: ¡No que no las salve, que se vayan todas al infierno y las hagan chicharrones!
Gabriel: Marcos, cálmate.
Luís: Si Marcos, cálmate.
Todas las mujeres: Dios te salve María
Mujer 2: ¿Qué paso María? ¿El embarazo de Isabel era contagioso? (Se ríen)
Luís: No, yo a esta si le pongo unas buenas... (Se arranca con el ánimo de ir a donde están las mujeres pero Marcos y Gabriel lo detienen y se tranquiliza)
Mujer 4: Que bueno que le trajiste un recuerdito de tu viaje a José. (Se vuelven a reír)
 Gabriel: No yo si,  ya me cansaron, si a Zacarías lo deje mudo por menos que esto, a esta sí… (lo tranquilizan Marcos y Luís) Perdón, pero es que da coraje.
Luís: Miren se acerca a José.
María: Dios te salve José.
José: (José voltea y se percata de su situación y después de un silencio responde mirándola a los ojos) Dios te salve María

María continúa su camino. Las mujeres se van, se apagan las luces y solo se ve a José pensativo. Los tres se acercan un poco a él.

Luís: Pobre José. Que difícil debe ser para él. Había escuchado muchas veces la historia pero nunca había valorado tanto su situación.
Gabriel: Que bueno que podamos contemplarlo así. José era un hombre bueno, increíblemente noble y también muy enamorado de María, como lo puede estar el novio más enamorado y próximo a casarse, amaba a María por todo lo que esa mujer era, el sabía que aquella muchachita era muy especial y que definitivamente había un vínculo muy grande entre ella y lo divino. ¿Cómo dejar entonces que la acusaran de adulterio y muriera lapidada? No, José no quería eso. Amaba mucho a María, como para que le sucediera eso. Su mujer estaba embarazada y aquel niño no era producto de su amor. Pero por alguna razón el sabía que era imposible que María le hubiera sido infiel.
Marcos: Que gacho. Pobre, esto pa’ que veas si es una verdadera prueba de amor y no un capricho.
Gabriel: La única forma de solucionar esto, la única forma de proteger a alguien a quien amaba, consistía en dejarla. Aparentar que él era ell responsable de lo que sucedía y que irresponsablemente había huido dejando un acta de divorcio firmada. Los corazones de María y de José eran tan parecidos. Los dos guardaban en su corazón todas las cosas y guardaron silencio ante lo divino, ante lo que parece malo, pero que tiene un toque de divino.
Luís: (triste, se sienta en el piso y esta con la cabeza agachada) Para eso se necesita amor. Si mis padres se hubieran amado como José y María, mi historia quizás fuera distinta. Si para José no hubiese existido esa aclaración de parte de Dios, estoy seguro de que María como quiera le hubiese a Jesús hablado del José bueno que fue capaz de Sacrificarse y callar. Si muchos Padres supieran callar, los defectos a sus hijos en vez de reclamárselos a ellos convirtiéndolos en un saco contenedor de su dolor.
Marcos: Tranquilo carnal. No te agüites. No se que decirte, pero se que tus papás te quieren.
Luís: Eso es difícil de creer, cuando yo no veo ni siquiera que se amen entre ellos.
(Se quedan en silencio. José se duerme y Gabriel se acerca a hablarle)
Gabriel: José, buen José. No tengas miedo de acercarte y vivir con María. Ella se ha encontrado embarazada por obra del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo. Esto es obra del Señor. Tu serás también su Padre, y le pondrás el nombre de Jesús-Emmanuel, porque Dios esta con nosotros.

(Gabriel se aleja de José y se acerca a Marcos y a Luís)

Gabriel: José recibirá en su casa a María, finalmente se unirán y José no tuvo ya, necesidad de más explicaciones, porque ahora él y María saben que para Dios nada hay imposible. Iniciarán una familia. José esta muy lejos de ese título humano que le han dado de “Padre adoptivo de Jesús”, para José aquel niño sería su hijo y así le llamaría por mucho tiempo, y para Jesús tampoco le fue ajeno decirle a aquel hombre bueno, papá.
Luís: Y tuvo una familia hermosa. ¿Cómo me podría entender entonces Jesús? ¿Cómo me va a entender cuando le diga que mis Padres han estado más preocupados en cuidar su vida que en cuidar la mía? ¡Jesús no conoce mi realidad! Yo amo a mis padres y los he amado siempre, pero ha sido difícil hacerlo: ¿cómo amar a la madre que me dejó a los 7 años y que poco se intereso de mí?; ¿cómo amar al Padre que desde que tengo uso de razón vive hundido en el alcohol y lejos de la realidad? Tantas veces me han pedido perdón cuando entran en razón, pero hasta hoy, no me han dicho que aman. Por eso no puedo estar seguro de que lo hagan. Hoy me siento tan incapaz de formar una familia.
Gabriel, cómo puedo amar la navidad, si todas ellas las he vivido solo o cuidando a mi padre en una cantina. Lo siento pero este libro no me va a ayudar, esta historia no se parece a la mía. Perdón Luís.
Gabriel: Aun no terminamos. Y es necesario que lo hagamos. Aun no vemos lo más importante de la historia. Vuelvan a cerrar sus ojos. Cierren sus ojos para que puedan ver, ver con el corazón, cierren sus ojos aun mundo que no nos deja ver las maravillas que Dios hace día a día… Déjenme contarles lo que sigue.

Se apagan las luces, termina el primer acto.

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